Santiago Posteguillo es el autor de esta gran bilogía (Yo, Julia e Y Julia retó a los dioses) sobre la figura tan desconocida como apasionante de Julia Domna, hija de reyes, madre de césares y esposa de un emperador. Julia Domna fue una mujer irrepetible que consiguió forjar una dinastía de emperadores gracias a su portentosa inteligencia, en un tiempo en el que a las mujeres se las consideraba meros adornos. A la muerte de Septimio Severo, su esposo, Julia continuó moviendo los hilos de la política imperial a través de su hijo, el emperador Caracalla, quien, con su despiadada y errática actitud, había hecho peligrar la supervivencia de su dinastía. Además de las luchas internas y fratricidas, Julia se enfrentará a los dioses de Roma, que pretendían dirigir el destino de quien, con su firme personalidad, les resultaba incómoda. Galeno será testigo de todo ello, de sus esfuerzos, de sus temores y también de sus pasiones, pues Julia Domna, en medio de tanta contienda, supo encontrar el amor. Yo, Juliaá 192 d.C. Varios hombres luchan por un imperio, pero Julia, hija de reyes, madre de césares y esposa de emperador, piensa en algo más ambicioso: una dinastía. Roma está bajo el control de Cómodo, un emperador loco. El Senado se conjura para terminar con el tirano y los gobernadores militares más poderosos podrían dar un golpe de Estado: Albino en Britania, Severo en el Danubio o Nigro en Siria. Cómodo retiene a sus esposas para evitar su rebelión y Julia, la mujer de Severo, se convierte así en rehén. De pronto, Roma arde. Un incendio asola la ciudad. ¿Es un desastre o una oportunidad? Cinco hombres se disponen a luchar a muerte por el poder. Creen que la partida está a punto de empezar. Pero para Julia la partida ya ha empezado. Sabe que solo una mujer puede forjar una dinastía. Y Julia retó a los dioses Mantenerse en lo alto es mucho más difícil que llegar. Julia está en la cúspide de su poder, pero la traición y la división familiar amenazan con echarlo todo a perder. Para colmo de males, el médico Galeno diagnostica que la emperatriz padece lo que él, en griego, llama karkinos, y que los romanos, en latín, denominan cáncer. El enfrentamiento brutal entre sus dos hijos aboca la dinastía de Julia al colapso. En medio del dolor físico y moral que padece la augusta, cualquiera se hubiera rendido. Se acumulan tantos desastres que Julia siente que es como si luchara contra los dioses de Roma. Pero, en medio del caos, una historia de amor más fuerte que la muerte, una pasión capaz de superar pruebas imposibles emerge al rescate de Julia. Nada está perdido. La partida por el control del imperio continúa.