El cielo sin caminos ahonda en los temas recurrentes de su autor: una mirada atenta a la naturaleza, el amor a la música y la poesía o la renovada indagación sobre la propia identidad y el paso del tiempo. Celebración y elegía, realidad y deseo, fruto y pérdida se entremezclan en él, como se suceden los elementos en uno de esos días de primavera en que hace de todo. Solo así pueden alentar los versos si se quieren no ya reflejo de una vida, sino de la vida: vida en sí.