Enigmática y compleja, alegre pero de sonrisa oculta, viajera y ensimismada en su propio arte, Katherine Mansfield fue –además de, con rotundidad, una de las maestras del cuento moderno en lengua inglesa– una mujer independiente, apasionada, libre sexualmente, irónica y, sobre todo, testigo y parte de uno de los momentos más interesantes de la historia de la literatura, tal y como atestiguan sus diarios y su correspondencia. Sus cartas –traducidas y seleccionadas con exquisitez por Patricia Díaz Pereda– son la constancia de su perpetuo deambular, de sus afectos, antipatías y simpatías por lugares, animales y personas (entre las que se encontraban D. H. Lawrence, Virginia Woolf o T. S. Eliot), de su inmersión total en la literatura aun a cambio del sacrificio, de la intensa y turbulenta relación con su marido pero también de su pasión por la vida pese a dificultades o enfermedades. Un certero testimonio que refleja a una mujer que nunca se rindió en la lucha contra la adversidad y nunca cejó en su búsqueda de horizontes mejores, en la vida y la escritura. Una gran correspondencia, toda una biografía.