Su objetivo es impulsar una transformación de las enseñanzas lingüísticas que contribuya a una mejora de las competencias comunicativas y al aprendizaje de una ética de la comunicación. «No estamos solo ante una tarea didáctica: estamos también, y sobre todo, ante una tarea ética y ante una manera de entender la educación que no elude su carácter ideológico. Porque en educación nada es inocente y no es igual que hagamos unas u otras cosas en las aulas, que seleccionemos los contenidos de una u otra manera o que establezcamos unos u otros vínculos con el alumnado.»