Lejos de ser simples supersticiones, las creencias demonológicas desempeñan un papel crucial en la estructuración de la visión cristiana del mal, ayudando a definir su identidad frente a las influencias paganas y judaicas. Los demonios, en este marco teológico y cultural, representaban no solo las fuerzas del mal, sino también los temores, deseos y conflictos internos de los fieles. Esta obra profundiza en cómo prácticas como los exorcismos y los ritos de purificación evolucionaron como respuestas esenciales a estos desafíos espirituales, transformando de manera fundamental la relación entre el cristianismo y su entorno sociocultural. A lo largo de estas páginas, se examina detalladamente el papel de los exorcismos en las primeras comunidades cristianas y los rituales que surgieron para enfrentar el mal. Estas prácticas no solo eran ritos aislados, sino que formaron parte integral de la vida religiosa y social, influyendo en la cohesión y evolución de estas comunidades. Además, la obra abarca no solo los aspectos teológicos, sino también exploraciones filosóficas, representaciones artísticas y regulacione