Cuevas del Río, Granada, 1987. Lucas, Gloria y María Celeste son tres chavales que tienen una curiosa costumbre: cada vez que coinciden en la cueva de los Fiambres, se acuestan juntos en la misma cama, sueñan con ser escritores y se cuentan historias de miedo. Pero no hay nada tan terrorífico y sorprendente como el amanecer. Al día siguiente de una de esas noches de relatos, la familia más peligrosa del lugar reaparece y las heridas provocadas por unas tierras expropiadas se reabren. Las rencillas y la desconfianza aflorarán, y nadie se molestará en escuchar a los chavales: uno de ellos sabe mucho de mucha gente. Murciélagos blancos es una crónica hilarante a ratos, emocionante siempre, en la que nada es lo que parece, y cuya trama ahonda en reflexiones sobre la adolescencia, la emigración, la corrupción rampante de los adultos y el poder transformador de las palabras.