Así fluye este poemario: como el pájaro que no puede encontrar canto ni asiento. Ni lo encuentra la mirada que hace hueco y es refugio, ni la palabra conformada por una suerte de contraluz. Asume lo agudo de la condición humana y de su estar en el mundo, su incesante devenir, el asombro que nos continúa generando el hecho de estar vivos.