Así es como yo siento la Albufera: una caricia tierna, llena de cariño y de amabilidad, algo que no podría explicarte porque no lo entenderías… No siento la Albufera como la sientes tú… Cuando me habla, la escucho y la miro, sé lo que me dice y que está pendiente de todo lo que hago cuando estoy a su lado. Veo sus ojos, que me miran y me observan, unos ojos que me acompañan y que me cuidan, que me aman. Siento sus caricias en las manos cuando estoy sacando la red de su cuerpo, le agradezco el regalo que me está haciendo, me guiña un ojo de complicidad extrema y la veo sonreír. Cada uno sentimos una Albufera diferente, se adapta a las circunstancias de aquellos que están a su lado. A mí la Albufera me lo ha dado todo, me permite vivir y me da la vida… Pasarán muchas vidas y no dejaré de agradecer que la Albufera haya estado en esta conmigo.