Hacia mediados de la década del 80, una serie de escritores jóvenes se dedicaron a cambiar el panorama de la literatura francesa: Christian Gailly, Jean Echenoz, Jean-Philippe Toussaint, Patrick Deville. Herederos del nouveau roman y de la vanguardia a lo Raymond Roussel, le sumaban una lectura libre del minimalismo anglosajón, del cine clase B y del policial negro, cruzando con un humor entre absurdo y melancólico. La ironía y la erudición era su carta de presentación, y pronto se habló del nouveau nouveau roman. Veinte años después, Christian Gailly sigue estando entre los escritores más interesantes de la escena literaria francesa.