¿En qué condiciones puede el analista evitar su propia robotización? ¿Qué exigencias impone su compromiso en una relación analítica con un paciente psicótico? La autora ha procurado, en la presente obra, dar respuesta a estos dos interrogantes, poniendo en evidencia la complejidad de la posición que debemos ocupar para ejercer nuestra función como analistas. Es ésta siempre la de un historiador, pero que debe demandar de su compañero que sea co-autor de la narración y co-autor del vivenciar.