El nacimiento en el siglo xiii del reino de Mallorca coincide con el profundo cambio en el universo marino. El mar deja de ser el lugar ignoto y temible del Románico para devenir, pese al corso, en nexo comercial y sustento del espectacular progreso de la Baja Edad Media. Vida a bordo, alimentación, sanidad o relaciones contractuales entre mercaderes y patrones se regulan minuciosamente en aras de maximizar el intercambio mercante. Marinos genoveses y del reino de Mallorca reabren la ruta del Atlántico e instauran la que será arteria vital en el flujo económico europeo.