La escritura de Xuan Bello se centra en lo esencial porque lo esencial es la tierra de uno, el nombre de los ríos, las fotografías que contienen felicidad o tristeza, el sabor de algunas convicciones o esos paisajes que iluminan el alma. Las páginas de La nieve y otros complementos circunstanciales muestran todo eso y ofrecen, además, un catálogo de viajes para conocer o evocar la estación de trenes de Bombay, el Trastevere romano, los espacios neoyorquinos de Brooklyn o Manhattan, varias ciudades portuguesas y los valles perdidos tras los montes cantábricos. Xuan Bello nos dice que la vida está llena de caminos empedrados y llanos, afirma que la niebla y la lluvia son adjetivos del silencio, define lo que importa y lo que debe conservarse. Y lo hace con una escritura precisa, real, que se anuda al lector para darle más de lo que ese lector imagina, algo que sucede cuando la literatura es una recopilación de lo que uno siente y ve.