G. K. Chesterton, celebradísimo escritor de ficción, fue también un renombrado autor de ensayos y un acerado polemista que dejó, tras su muerte, en 1936, la ´Autobiografía´ que hoy presentamos. Más allá de trazarnos el recorrido vital de su memoria, Chesterton nos abre una ventana al mundo que le tuvo ocupado como periodista y escritor de panfletosùasí es como él quería ser recordadoùy con el que raramente mantuvo una convivencia pacífica. Chesterton es el hombre visceral, polémico y apasionado, que no dudaba en proclamar de viva voz su denuncia ante un sistema político corrupto y una moral propagandística cuyo telón de fondo era la guerra de los Bóers (la incursión británica en Sudáfrica que tan popular fue entre la sociedad inglesa) y la Primera Guerra Mundial. Su conversión al catolicismo acabó de situarlo en el papel de personaje excéntrico y contestatario. Hoy, por su extraordinaria agudeza intelectual y su brillante habilidad para esgrimir la paradoja como arma de argumentación, Chesterton sigue siendo el estimulante pensador que consiguió mantener, en vilo y al acecho, a miles de lectores.G. K. Chesterton, celebradísimo escritor de ficción, fue también un renombrado autor de ensayos y un acerado polemista que dejó, tras su muerte, en 1936, la ´Autobiografía´ que hoy presentamos. Más allá de trazarnos el recorrido vital de su memoria, Chesterton nos abre una ventana al mundo que le tuvo ocupado como periodista y escritor de panfletosùasí es como él quería ser recordadoùy con el que raramente mantuvo una convivencia pacífica. Chesterton es el hombre visceral, polémico y apasionado, que no dudaba en proclamar de viva voz su denuncia ante un sistema político corrupto y una moral propagandística cuyo telón de fondo era la guerra de los Bóers (la incursión británica en Sudáfrica que tan popular fue entre la sociedad inglesa) y la Primera Guerra Mundial. Su conversión al catolicismo acabó de situarlo en el papel de personaje excéntrico y contestatario. Hoy, por su extraordinaria agudeza intelectual y su brillante habilidad para esgrimir la paradoja como arma de argumentación, Chesterton sigue siendo el estimulante pensador que consiguió mantener, en vilo y al acecho, a miles de lectores.