La historia oficial ha difundido una versión idílica de la Transición, un periodo en el que supuestamente se han reconciliado vencedores y vencidos a la par que se sentaban las bases para una verdadera democracia. Memoria oficial, memoria dominante, memoria construida por y para el poder establecido: una visión aparentemente unánime, monolítica, que no obstante, ve como crecientemente se alzan voces que discrepan. A escala mundial, sin embargo, la Transición se ha tomado como ejemplo de un sereno cambio de régimen, un proceso ideal capaz de servir de modelo en cualquier parte del orbe. En Mitos y mentiras de la Transición no se pretende formular una denuncia ni condenar las manipulaciones que pudieron hacerse de la historia. De lo que se trata es de comprender los mecanismos de selección que intervienen en la construcción de la memoria de una comunidad, estudiando las razones de la idealización del pasado y de la utilización de la historia en política. Para ello, no se procede aquí a una nueva interpretación de la Transición, sino a una reconstrucción de los acontecimientos y al estudio de los efectos políticos que pudieron tener y que siguen teniendo las representaciones que se construyen en torno a este periodo. Y en el centro de esta obra se plantea la propuesta siguiente: la imagen que conservamos de la Transición es un mito político de gran poder, a tal punto que desde hace casi treinta años se viene manteniendo y utilizando cuidadosamente de acuerdo a las necesidades del presente.