Antes que Orwell y Koestler, antes incluso que Victor Serge, estuvo Rosa Luxemburgo, una firme defensora de la democracia y, en palabras de Schumpeter, «una de las críticas más implacables de las prácticas bolcheviques». En este polémico y sorprendente texto, escrito en la cárcel en 1918 y publicado de manera póstuma, la autora no solo vislumbró la futura deriva totalitaria del régimen soviético, sino que además alertó de los peligros del nacionalismo, por lo que el ensayo cobra una renovada vigencia.