El hombre, arañándole a la tierra la única riqueza que atesora: el sustento, es el protagonista de este poemario sobrio y maduro que enfrenta la supervivencia a la dureza del medio. El sudor, el olor de la tierra mojada, la leña como símbolo del hogar y el consuelo del cansancio, el tacto del pan al partir la hogaza o el anhelo de un dios piadoso que ofrezca la generosidad de la tierra con menos sacrificio. Pascual García nos traslada con este poemario sobrio y bello a la esencialidad del hombre, a la dureza del campo, a una patria común donde tierra, fuego, aire, agua y luz evocan un pasado que el lector reconocerá y en el que se reconocerá.