Con sus amigos, Madame Elisabeth formó su Corte en palacio dentro de la Corte de Versalles en la que reinaba la piedad religiosa y la paz.Soltera, no entró en ningún convento porque su vocación fue la de estar junto a los suyos, la familia real. Ya desde 1789 les asiste y les reconforta, y en lugar de huir se traslada con ellos desde Versalles a las Tullerías y desde las Tullerías a la prisión del Temple. Después de la ejecución de Luis XVI y de María Antonieta, fue también guillotinada porque el régimen no la puede perdonar. Ella fue su enemiga, porque desde el principio denunció lo que de falso e ilusorio tenía la Revolución. Con sentido sobrenatural aceptó su muerte y en la prisión del Temple recitaba una oración que empezaba así:«No sé lo que me va a ocurrir hoy, Dios mío, lo ignoro. Pero sé que todo lo que me suceda ha sido previsto desde toda la eternidad por Vos. Me sobra con esto, Dios mío, para quedarme tranquila. Adoro vuestros designios eternos y me someto a ellos de todo corazón».