En abril de 1926, Salvador Dalí conoció a Pablo Picasso en París. Ese encuentro fue el inicio de una de las relaciones más complejas de la historia del arte del siglo xx. Si se la puede califi - car de amistad, ésta no estuvo exenta de rivalidad, mezcla de admiración y celos. Con el tiempo, la fascinación del joven Dalí por el arte del «maestro» se fue transformando casi en una obsesión, mientras que la aparente indiferencia de Picasso ocultaba un interés evidente por la carrera meteórica del ambicioso Dalí. Finalmente la difícil mezcla de admiración y envidia acabó distanciándolos y sus divergentes posturas respecto a la Guerra Civil truncaron defi nitivamente la posibilidad de un acercamiento. No es poco lo que se ha escrito sobre los encuentros entre los dos gigantes de la pintura, casi todo marcado por los tópicos y por la leyenda que se fue creando en torno a uno y otro, y que ambos, a su manera, contribuyeron a alimentar. Picasso y yo, título que procede de la más sonada de las conferencias que Dalí pronunció acerca del arte de Picasso, es un intento de glosar la relación que existió entre ellos, partiendo tanto del epistolario completo -con una única postal fi rmada por Picasso a Dalí- como de los textos que Dalí le dedicó al pintor malagueño. Las cartas, los escritos del propio Dalí y las declaraciones -hasta la fecha inéditas-, de testigos de primera mano, recogidas en el estudio preliminar de Víctor Fernández, son el material más vivaz y fi dedigno del que disponemos para construir el relato de su amistad.