NO SIN MI CLIENTE responde a una verdad incuestionable. Sin clientes ni hay actividad ni ingresos. Por ello, ni las empresas, ni los profesionales liberales, tampoco las entidades públicas pueden descuidar su atención y especialmente sus quejas y reclamaciones. Vivimos en tiempos de cambios, los hábitos y paradigmas de ayer hay que cambiarlos, es necesario desaprender algunas cosas y aprender otras. Esto es fundamental para las personal y también para las empresas que tienen que mostrar un factor diferenciador a su público objetivo. De modo similar afecta a las entidades públicas que han cambiado el concepto de usuario por el de ciudadano-cliente.