Mostrar cierta ignorancia no parece ser el mejor consejo para dar a un ejecutivo de una empresa, pero el autor, que es tanto director de orquesta como profesor de liderazgo, explica con gran claridad y lleno de ejemplos musicales y corporativos que en ocasiones la mejor forma de estimular y dejar desarrollar todo su potencial a las personas bajo tu dirección es ser un ignorante. El líder no tiene que ser quien sepa todo, sino quien ayude a sus dirigidos a desarrollar todo su potencial y a coordinar el equipo para que esas energías fluyan en un sentido común, tal como sucede en una orquesta bien ensamblada.