Como reacción al expolio de los comunales, diversas plataformas y movimientos políticos cuestionaron la primacía absoluta de los derechos de propiedad individual en el campo. Podríamos denominar como "populismo agrario" a unas sensibilidades que enarbolaron la defensa de la propiedad en común de la tierra y un desarrollo social y económico a partir de bases campesinas. Para muchos de sus contemporáneos las propuestas de los populistas agrarios estaban irremediablemente condenadas al fracaso. Frecuentemente, se reprochaba a este populismo una idealización de las comunidades rurales, cuando en realidad hervían en su seno unas tensiones sociales muy agudas.