Este informe se escribió para un único lector: Josif Stalin. En mayo de 1945, recién conquistado Berlín, unos agentes del NKVD merodean entre las ruinas de la cancillería del Reich para cumplir una orden de Stalin: averiguar si realmente Adolf Hitler había muerto. Pero el dictador soviético también sentía curiosidad por los métodos empleados por Hitler para hacerse con el poder y mantener un feroz control sobre la población alemana. Los agentes del NKVD pronto descubrieron entre los prisioneros alemanes a dos importantes cautivos, Otto Günsche y Heinz Linge, ayudantes personales del Führer que gozaron de su confianza durante años y que cumplieron la orden final de quemar el cadáver del dictador tras su suicidio. Desde su captura hasta 1949, Günsche y Linge desgranaron, para el llamado Informe Hitler, los rasgos de la vida privada de éste que más podían interesar a Stalin.