En una época de relativa paz y estabilidad, cristianos, mahometanos y judíos habían encontrado sus propias razones para realizar largos viajes a partir de los cuales entraron en contacto con las gentes de otros lugares, se establecieron nuevas rutas comerciales, expandieron su culto o contribuyeron al conocimiento geográfico. Benjamín de Tudela, hijo de rabino y hombre culto, llevó a cabo durante el tercer cuarto del siglo XII un amplio viaje de ida y vuelta que narró en este curiosísimo relato. En él explica cómo fue desde Tudela hasta el Egipto fatimí pasando por todos los espacios próximos al Mar Mediterráneo, incluyendo Palestina y los Santos Lugares. En esta obra podemos ver recogidas no solo una relación de las descripciones que hace el autor sobre los países que visitó, sino que podemos observar cómo retrata con detalle a las comunidades judías presentes en aquellos lugares, añadiendo información de algunos territorios que no visitó en persona, llegando a incluir la judería de la ciudad china de Kaifeng. Esas descripciones de núcleos judíos en las que aparece población, número de sinagogas o rabinos han hecho que el libro de Benjamín de Tudela haya sido enormemente reconocido por la comunidad hebrea, siendo una importante fuente de información sobre la distribución geográfica de los judíos en la Edad Media.