Cumbres Borrascosas, que se convertiría en una de las novelas más indiscutibles del siglo xix, tuvo una acogida decepcionante cuando se publicó en 1847, pues los lectores victorianos se sintieron incomodados por lo que consideraron una descripción demasiado cruda de pasiones sin control. Cumbres orrascosas se basa en la tradición de novela gótica de finales del xviii, con apariciones sobrenaturales, noches sin luna y efectos de misterio y terror. Pero la novela trasciende ampliamente el género gracias a sus penetrantes observaciones y a su complejidad, así como, por encima de todo, a sus inolvidables caracterizaciones.