En la actualidad, pueden contarse porcientos los fotógrafos que inmortalizan con sus cámaras la realidad de nuestras cofradías. Manuel Albarrán es un ejemplo que hizo lo propio, pero hace más de ochenta años, cuando era rara la ocasión en la que se podía ver una cámara de fotos en la intimidad de las capillas, cuando casi nadie hacía posados de las imágenes en sus templos, cuando nadie se preocupaba de inmortalizar los altares de cultos y los besamanos, cuando pasaban inadvertidos los momentos silentes y de quietud en el interior de las iglesias con los pasos montados y preparados para salir a las calles. Hoy queda como recuerdo un imponente archivo fotográfico, que recoge una parte de la historia de las cofradías y que fue realizado con esfuerzo, tesón y cariño para el bien de éstas. De todo ello quiere dar buena cuenta este libro, a modo de homenaje a Manolo Albarrán, cofrade ejemplar, fotógrafo documentalista, y capillita de corazón, en donde sus fotografías no solamente han sido cuidadosamente seleccionadas para irradiar su particular arte, sino que también han sido contextualizadas mediante textos alusivos que no han querido dejar perderse un detalle al ávido lector.