El mundo de Joaquín Sabina es real y matizado porque surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos. Joaquín resulta convincente porque su mundo personal es fruto de una experiencia coleciva, recuerdo de unos años en los que había que correr para escapar de la mediocridad, la sopa triste, la moral de las mesas de camilla y los argumentos asumidos a golpe de secretos de renunc ...