Este libro -el último texto de Winnicott- nació del artículo ya clásico que el autor dedicara a estudiar los "objetos transicionales". Su tesis se apoya en una concepción del juego, esa capacidad de crear un espacio intermedio entre lo que está afuera y lo que está adentro que no se vale de juegos regulados, adquiridos como fantasías o rituales, sino que se sitúa en el origen de la experiencia cultural. Se enuncia así una nueva teoría de los lugares psíquicos -una nueva tópica- profundamente original y distinguible frente a las aportaciones de Freud y Melanie Klein. La teoría psicoanalítica aparece entonces como un objeto transicional que no podemos pasar por alto: se inventa, se busca y se encuentra. Se renueva de esta manera no sólo nuestra inteligencia del discurso sino también nuestra percepción de lo real, de nosotros mismos y del otro.