Una novela clásica en el más puro sentido, un libro que desde su primera edición no ha dejado de leerse a pesar de los años transcurridos. Por su sentido teológico, profético y apocalíptico es un libro de lectura obligatoria para todo católico con un mínimo de inquietud espiritual. Lo que sorprende del libro no es la capacidad de imaginación y de proyección de adelantos científicos escrita hace más de cien años, lo increíble es su compresión, ya entonces, de a dónde podía llegar la degeneración del hombre vestida de humanismo moderno;y cuál podía ser la figura de un Anticristo verdaderamente seductor para un hombre del siglo XX. Su visión es la crónica de una sociedad literalmente materialista en la que la vida por nacer o por concluir no tiene ningún valor si no se ajusta perfectamente a los cánones de calidad, belleza y salud que la sociedad prescribe. Una cultura de la muerte encarnada en el más aséptico humanismo. El ambiente descrito recrea a la perfección el aburrimiento de un mundo edificado de espaldas a Dios. Definitivamente laicista y empachado de vacío existencial, en el que el enemigo del progreso y la sociedad es sin duda el católico de a pie que mantiene su fe y sus dogmas frente a un mundo que pretende relegar toda moral al ámbito privado. Una novela épica.