La armada de Horus se reúne. Ya ha derrotado a todos los enemigos que se interponían en su camino, incluso al propio verdugo del Emperador. Lo único que queda es una barrera antes de que pueda dirigirse a Terra para arrasar con el sueño del Emperador. El sistema Beta-Garmon ocupa la única ruta viable, la más directa, hacia el sistema solar y Terra. Para derribar aquella barrera, Horus congrega a una hueste de guerra de unas proporciones inimaginables y a un número incontable de titanes. Perder en Beta-Garmon significa perder la guerra, y Horus no tiene ninguna intención de volver atrás. Sin embargo, el Imperio también comprende la importancia de Beta-Garmon y despliega un ejército colosal, conformado por unas cohortes del ejército de números casi infinitos y un conjunto de titanes capaz de desafiar incluso al poderío marcial del Señor de la Guerra. Los titanes luchan contra los propios titanes conforme las máquinas dios de los leales al Emperador y de los traidores se dirigen a la guerra. Un conflicto nunca antes visto, una batalla capaz de acabar con planetas enteros que determinará la siguiente fase de la guerra.