El cine (y sus códigos para representar la realidad), los clásicos (y su imaginario trasplantado al mundo contemporáneo), los sueños (y la cartografía que lo onírico es capaz de superponer a lo diurno para trascenderlo), el mar (playas, puertos, olas, barcos, faros y cuerpos salitrosos como metáforas del deseo y de la libertad), la intertextualidad como herramienta para definirse mejor usando palabras ajenas (las de Safo, Garcilaso, Cernuda, Gil de Biedma, Yourcenar, Keats, Virgilio o Cavafis), los anuncios (un vivero de intuiciones de gran carga expresiva): la poesía de Aurora Luque es una celebración de la vida y una invitación a gozarla de manera apasionada e inteligente. Luz incandescente en un mundo en tinieblas. Pura médula de lo que el ser humano es o debería ser.