Bea Silva se topa con una noticia del diario que la deja atónita: alguien ha robado el cráneo embalsamado del mítico director de cine mudo F. W. Murnau. Lo sorprendente es que Bea está segura de conocer al culpable. Se trata de Quirós, un cineasta medio ocioso que un día recaló en su enorme casa destartalada. A punto de cumplir treinta y dos años, Beatriz es una mujer poco sociable, una profesora universitaria hastiada y culta hasta lo patológico. La llegada de Quirós acentúa en ella una mirada lúcida e hiperactiva que la condena al desencanto más desquiciado.