Nuestro mundo ha cambiado por completo. Nuestros antepasados quedarían asombrados de vernos con un artilugio en las manos, mirando una pantalla y tecleando sin parar. Desde que el mundo está dominado por el teléfono móvil y el uso de las redes sociales se ha generalizado entre los jóvenes, ya nada es igual. Estamos en un nuevo mundo. Nuestra convivencia con el teléfono móvil revela ciertas paradojas. El teléfono móvil, que es un dispositivo para hablar, está erradicando la conversación. Las redes sociales, que supuestamente iban a conectar a unos con otros, en realidad ponen a unos y otros juntos en soledad. De hecho, desde 2012 se viene observando un creciente deterioro en la salud mental de niños, adolescentes y jóvenes, así como un aumento de las adicciones comportamentales asociadas a unas redes sociales. El reputado psicólogo Marino Pérez ofrece una perspectiva histórica sobre los orígenes del «siglo de la soledad» que las redes sociales han radicalizado. La «muchedumbre solitaria», compuesta de «individuos flotantes», está afectada por una serie de malestares psicológicos que tienen sus raíces en el individualismo moderno. El individuo flotante ofrece un riguroso análisis del impacto psicológico de las redes sociales en los usuarios con el objetivo de que tanto padres como educadores sepan cómo proteger a nuestros menores y revertir los daños que les causa su adicción al teléfono móvil.