A lo largo de la historia han sido muchos los artistas que han recogido en sus obras los distintos aspectos de la lidia, por lo que el controvertido tema de los toros ocupa un lugar destacado en la historia del arte. Sin embargo, era necesario un estudio detallado del grabado que, especialmente desde finales del siglo XVIII, constituye un medio fundamental en el que se configura la iconografía taurina. El desarrollo del arte del grabado se da en el mismo momento en el que el espectáculo taurino vive la transformación que llevará al nacimiento de lo que es la actual corrida de toros. El toreo aristocrático a caballo da paso al toreo a pie y con éste llega la profesionalización de los toreros y la reglamentación de la lidia. El grabado como difusor fundamental de imágenes recogerá esas transformaciones e irá acompañando a los primeros tratados taurinos para sentar las bases de la iconografía de la corrida de toros. Las estampas taurinas recogerán las distintas suertes, nos irán mostrando la evolución de los pases, de los instrumentos de la lidia, del vestido de torear y de la propia figura del torero, que se irá convirtiendo en una figura popular y hará tomar partido a los aficionado que llenan los cosos. MARIA DOLORES PALACIOS LOPEZ muestra cómo la transición del Neoclasicismo al Romanticismo influye en la concepción de las estampas taurinas y en la propia valoración del espectáculo, en un momento en el que los viajeros extranjeros que visitan nuestro país van fraguando una visión romántica a la que no es ajeno el mundo de los toros. Las ilustraciones sobre la corrida y su entorno aparecen en los libros de viajes que los viajeros editarán en sus países de origen, y su visión de la tauromaquia contrastará con la que los artistas españoles ven en el mismo espectáculo: ambos puntos de vista configurarán la iconografía taurina que ha llegado hasta el arte actual.