Publicada en 1902, en los albores de un siglo que habría de ver la mayor concentración de catástrofes colectivas de la historia del hombre y sumirse en la perplejidad, la CARTA DE LORD CHANDOS es uno de esos raros textos que, lejos de perder vigencia con el paso del tiempo, adquiere con él nuevas, insospechadas y poderosas resonancias. En él HUGO VON HOFMANNSTHAL (1874-1929) expresó, acaso sin pretenderlo, de forma insuperable por su concisión, la crisis del lenguaje y del pensamiento que gravita sobre el hombre moderno y que unos años más tarde Wittgenstein habría de formular lapidariamente en las trincheras con las palabras: «De lo que no se puede hablar hay que callar». La «Carta» vio la luz en la efervescente Viena de entresiglos: «Aquel florecimiento -señala CLAUDIO MAGRIS en el revelador ensayo titulado "La herrumbre de los signos" que acompaña al bello texto de Hofmannsthal- era en gran parte germen del futuro. Pero el futuro que aquella cultura anunciaba era nuestro exilio, nuestro invierno, nuestra condición de hombres que dudan de tener un futuro».