Igual que con sus cinco poemarios anteriores, en este, "Esencias inasibles", Mohamed Doggui narra sus vivencias amorosas y expresa su afectividad.Mohamed Doggui vive la creación poética como una especie de proceso reproductivo mágico: las vivencias amorosas, tanto las dulces como las agrias, surgen de súbito, se fecundan en su interior y luego se desprenden de él y echan a volar hasta volverse inasibles: «Ese beso se hizo verso / y el verso ha criado alas», nos decía describiendo una de sus vivencias. Para él, pues, el verso no es más que el continente perceptible y palpable de un contenido volátil del que ya no podemos retener más que un recuerdo nostálgico: «El frasco del verso se ase, / mas su esencia no tiene asas». Para impedir que dicho recuerdo acabe esfumándose a su vez, el poeta condensa la experiencia poética intensa en un verso siempre muy conciso. Y una vez la vivencia comprimida, se deleita contemplando cómo el verso «de tan cargado revienta / como el fruto del granado». Es el consuelo que le queda para mitigar el pesar que le causa la fugacidad de sus vivencias amorosas: «Aquella estrella es así, / es tan fugaz por esencia, / va dejando tras de sí / la oscuridad de su ausencia».