La aventura, ahora a todo color, es el santo y seña del Johnny Hazard dominical: cementerios de barcos perdidos en pleno mar de los Sargazos, piratas malvados y un tanto caprichosos en sus motivaciones, un tecnoterrorista de la época, una isla con dinosaurios sueltos que casi parece la inspiración de Parque Jurásico, y hasta platillos volantes, más una dulce ancianita que quizá no sea lo que aparenta.