Gil Kane y Archie Goodwin nos muestran a un Tarzan contemporáneo que vive en las postrimerías del siglo veinte, anclado en una África que ya tiene el referente de los documentales televisivos y que ha perdido buena parte de su misterio. Pero es un Tarzan que no descansa. Las historias nos muestran casi siempre la emoción de la caza. Bien sea tras el rescate de un niño malcriado, la persecución de un feroz león herido, la lucha contra un grupo de mercenarios con armas modernas por salvar a una joven de un multimillonario despechado. Los autores se permiten el lujo de convertir de nuevo a Tarzan en Lord Greystoke y mudarlo a Nueva York por cuestiones de negocios, y allí juegan a enfrentarlo con King Kong, o a todo lo que puede parecerse a King Kong en la forma de uno de los amigos simios del pasado remoto de nuestro héroe, ahora convertido en atracción de feria y asesino.