Eva Arguía ha desaparecido. La estoy viendo, con su melenita parisina, el cuello esbelto y la nuca despejada, con esa mirada suya luminosa y la media sonrisa con la que te saludaba. La veo, sentada enel taller de escritura, cuando le tocaba leer su relato. Como una alumna aplicada, sacaba sus folios de la mochila, los ponía encima de la mesa, leía el título y, antes de continuar, levantaba los ojos y paseaba su mirada alrededor, entre quienes esperábamos atentos, como diciendo vais a ver .