Colonia DMZ es un testimonio colectivo de los efectos de la violencia militar y del imperialismo norteamericano sobre los civiles de la península coreana. Es una crónica poética del retorno de la autora a su Corea natal. Es también una reivindicación de la literatura para comprender la tragedia a través de la belleza, y es una defensa de la traducción como un «modo antineocolonial».