El siglo xx está atravesado por éxodos continuos y dramáticos que se dan la mano, sin cesar. Escritores, artistas e intelectuales, de las más diversas nacionalidades y procedencias, escapan de los totalitarismos, de las persecuciones raciales y políticas, de las guerras, de las deportaciones e internamientos en campos de concentración y, en general, de la barbarie y de gigantescos ´océanos de odio´, como los llamaría Robert Musil. ´Decir adiós es un arte difícil y amargo´ dirá por su parte Stefan Zweig en el funeral de su amigo igualmente exiliado Joseph Roth. ´El exiliado es el devorado por la Historia´, añadirá la filósofa española María Zambrano. Si en su aclamado libro Por las fronteras de Europa (Galaxia Gutenberg, 2015), un ´atlas espiritual´, en palabras de Claudio Magris, Mercedes Monmany hacía un repaso exhaustivo de la literatura europea de los siglos XX y XXI, y en Ya sabes que volveré (Galaxia Gutenberg, 2017) analizaba los últimos días y obras dejadas por varias escritoras que murieron en Auschwitz (Irène Némirovsky, Gertrud Kolmar y Etty Hillesum), en Sin tiempo para el adiós dirige su vista a algunos de los más grandes creadores europeos del pasado siglo que se vieron obligados a emprender el doloroso camino del exilio. Ahí estarían antinazis alemanes como Thomas y Klaus Mann, Alfred D"blin y Hannah Arendt, austriacos como Robert Musil, Joseph Roth y Franz Werfel, rusos que huían de la tiranía soviética como Nabokov y Joseph Brodsky, confinados de la época musoliniana como Pavese y Natalia Ginzburg, españoles exiliados tras la Guerra Civil como María Zambrano, Luis Cernuda o Chaves Nogales, polacos como Witold Gombrowicz y el Premio Nobel de Literatura Czes?aw Mi?osz o escapados hacia Estados Unidos a causa de las incesantes olas de antisemitismo y la catástrofe del Holocausto como Isaac Bashevis Singer y Henry Roth.