En el arrullo del mar de Las Palmas de Gran Canaria nació Manolo Millares. De niño, disfrutaba de la belleza de las playas y dibujaba los arrecifes de su archipiélago. De mayor, se convirtió en el pintor más transgresor e innovador de las islas Canarias. Millares se formó a sí mismo, y por esa razón su idea del arte no conocía límites. Sus cuadros se hicieron famosos por experimentar con la cerámica, la serigrafía, los grabados y el aguafuerte. Pero fue con las telas de arpilleras que encontró la mejor forma de expresar los paisajes de su vida. Así, mostró el mundo que se abría ante sus ojos y contó su propia historia a través del arte.