Las Fallas y el Valencia CF se han convertido en dos de los ejes vertebradores más importantes de nuestra tierra y han ido de la mano en algunos ciclos económicos. Muchas veces a causa de la vinculación directa entre dirigentes del equipo y de alguna de las comisiones más boyantes de la ciudad. También han sufrido gravemente las crisis vividas y se han visto obligados a reinventarse y adaptarse a las nuevas circunstancias. Son dos realidades que se han perfilado como maneras de entender una verdad social tan paradójica como la valenciana, con la manifestación pública de las conexiones con un valencianismo temperamental.El siglo XX ha estado marcado por enormes transformaciones sociales, desde la economía a la política, de la población a las expectativas y horizontes. La hegemonía lograda por las fallas y el fútbol en el ámbito popular ha facilitado plantear relatos de identificación masivos. Seguir las relaciones entre estos fenómenos nos permite revisar las evoluciones urbanas del «cap i casal» y los cambios de mentalidad colectiva en cada época.Los gustos populares en ocasiones reproducen las convenciones que interesan a las élites sociales, mientras que en otros momentos muestran una tradición irreductible de impulsos anárquicos. La sátira, la crítica y las sonrisas socarronas a menudo son el refugio de tendencias populares que mantienen su vigor fuera de los rituales oficiales. Tanto las Fallas como el Valencia CF juegan y han jugado un papel emblemático, más o menos acertado, de un pueblo que se arraiga en el territorio valenciano y establece puentes entre la diversidad de pensamientos y los impulsos de la sociedad que compartimos.