A pesar de que la industria del videojuego nació en los Estados Unidos, se puede decir que fueron los japoneses los que más empeño pusieron a la hora de llevar el ocio electrónico hacia un nuevo nivel. Con mimo, tesón y mucha pasión, se hicieron notar a nivel mundial primero con Space Invaders;y no son pocas las obras provenientes del país del sol naciente que hoy forman parte de la cultura de masas franquicias, a la usanza de Metal Gear Solid o Final Fantasy. Pero mucho antes de que el videojuego se percibiera como un entretenimiento totalmente asentado en la sociedad, existió un estándar de ordenadores en el que muchos de los grandes productores de Japón se forjaron, contribuyendo a engordar un catálogo cuya relevancia es extrema a poco que se analice su influencia. Fue en el sistema MSX donde empresas como Konami, Hudson Soft, Compile o Casio comenzaron a abrirse camino durante la primera mitad de la década de los 80 por el inhóspito mercado doméstico, generando toda una serie de cartuchos cuyo factor lúdico se muestra aún hoy día bastante lejos de caducar.