El Valle del Loira es uno de esos lugares en los que uno piensa cuando se sueña con el paraíso: una región apacible, con un clima suave y agradable y un paisaje verde, ondulante y abierto, tanto que parece que el cielo está más cerca de la tierra. Escogido como lugar de residencia por varias generaciones de reyes, poco a poco la nobleza fue llenando su apacible campiña de fortalezas y espléndidos castillos renacentistas, que con el tiempo fueron evolucionando en otros estilos, para dejarnos como legado este símbolo del fastuoso modo de vida de una corte y una época. A este lujo se antepone una arquitectura popular, con coquetos tejados que cuelgan sus aguas casi hasta el suelo y preciosas ciudades blancas rematadas por tejados de pizarra, cuyo color anuncia la proximidad del norte. El paso por el Valle del Loira dejará al viajero una sensación de reposo, tranquilidad y calidad de vida y el recuerdo de la dulzura de una tierra grata y acogedora.