Berlín es en 1961 el único punto por el que aún se puede cruzar entre las dos Alemanias. Jutta Vogel vive con su familia en Berlín este y cree firmemente que si se mudaran al otro lado de la frontera, podrían garantizarle a su hija Heike, que nació sorda, más seguridad y oportunidades. Sin embargo, Dieter, su marido, no da crédito a los rumores que afirman que las fronteras no seguirán abiertas por mucho más tiempo y se niega a abandonarlo todo para perseguir un sueño que considera poco realista. Cuando Jutta toma la decisión de marcharse por su cuenta, no imagina que tan solo dos días después, de la noche a la mañana, se levantará el Muro de Berlín, separándola permanentemente de su familia. Si vuelve atrás, no podrá volver a cruzar, pero si se queda en el oeste, perderá a sus hijos. Entretanto, todavía al otro lado, Dieter se enfrenta a una disyuntiva similar: ¿intentará cruzar o esperará a que la situación se calme? Lo que no sospecha es que ese muro presidirá sus vidas durante los siguientes veintiocho años.