Los gobiernos, como las iglesias, no pueden inspirar sino piedad odisgusto. Mientras el hombre no haya comprendido lo que es un gobierno o unaiglesia, lo natural es que sienta hacia ellos un piadoso respeto. En la medida en que sedeja guiar por ellos debe creer, para satisfacción de su amor propio, en su grandeza ysantidad. Pero desde el momento en que advierte que no hay en el gobierno ni en laiglesia nada absoluto ni sagrado, y que son simplemente invenciones de los malospara imponer al pueblo, de un modo artero, un modo de vida que sea útil a susintereses, siente enseguida una impresión de asco por los que le engañanindignamente (...) Lev Tolstói