En su justa medida, la ansiedad es buena y necesaria. Pero cuando supera unos límites soportables, las cosas se complican. Los trastornos de ansiedad son una de las patologías más habituales de nuestra sociedad. Resulta más preocupante aún la mayor incidencia de la ansiedad en la infancia: una etapa en la que es cada vez más precoz y virulenta. En parte, porque vivimos en un mundo ansioso e hipercompetitivo, en el que se han normalizado las existencias frenéticas, arrastrando a ellas a los niños. Sin olvidar su impacto en la adolescencia, periodo en el que, biológicamente, esta emoción se vive con más intensidad. Pero más allá de factores biológicos y coyunturales, la ansiedad también es producto de la educación. Tanto una crianza sobreprotectora característica de la hiperpaternidad como una negligente influyen en los niveles de miedo y ansiedad de los hijos. Como también es innegable que de padres ansiosos surgen hijos ansiosos. Este libro pretende ser una radiografía de esta emoción, poniendo el foco en su impacto en niños y adolescentes: cómo, cuándo y por qué les afecta. Cómo la describen y la enfrentan. Cuáles son sus detonantes y sus nuevas fuentes con las redes sociales como factor estrella. Qué síntomas deben alertarnos y cómo padres e hijos podemos lidiar con ella.