José Mujica, en aquel momento presidente de Uruguay, con su estilo llano, entrañable y contundente, se dirige a la Asamblea de Naciones Unidas para criticar el sinsentido de la economía contemporánea, las desigualdades del mundo y el consumismo que impera en nuestras vidas. Sus palabras son también un poderoso llamamiento a la coherencia y una invitación al gozo y a la libertad que nacen de una vida más sencilla.