En Esto se acaba Albero disecciona, como si de una rana sin suerte se tratara, el concepto de «efímero», aplicando para ello el mismo procedimiento ya utilizado por él con otros asuntos, como el fracaso (en Instrucciones para fracasar mejor), la espera (en Godot sigue sin venir) o la bibliocleptomanía (en Roba este libro). Partiendo de la etimología y del concepto de efímero, que tan breve es, el pobrecito, que no tiene ni derecho al sustantivo, en el libro se analizan las valoraciones positivas y negativas que suscita, y se hace un recorrido por lo efímero en la naturaleza y en el hombre: del arcoíris a las pasiones, de la escarcha a la pompa de jabón. Como remate, el autor se adentra intrépido a estudiar el proceso de expansión de lo efímero, que, en esta sociedad líquida en la que vivimos, ha ido ganando terreno hasta invadir todas las esferas de nuestra vida. Así que, más que una cartografía, el lector encontrará aquí un completo mapa de lo efímero, donde en lugar de montañas hay espuma y donde el espacio de los ríos ha sido ocupado por los necesariamente breves muñecos de nieve.