Las vidas de las mujeres que protagonizan este libro son muy diversas, pero todas ellas compartieron una vocación, la entomología. Desde el siglo xvii algunas han logrado el reconocimiento propio de expertas en la materia, como Maria Sibylla Merian, conocida como la madre de la entomología, o Miriam Rothschild, que estudió por primera vez cómo las pulgas logran saltar tanto. Sin embargo, otras han pasado inadvertidas. A pesar de la condescendencia con que fueron tratadas y de las dificultades que se interpusieron en su camino, ellas viajaron, estudiaron, analizaron, coleccionaron e investigaron, colaborando con su curiosidad y su trabajo a ampliar y enriquecer el estudio de la naturaleza.